¿Escribir se le hace más fácil mientras más lo realiza? me preguntaba alguien recientemente. Luego de tres décadas de ganarme la vida poniendo palabras en el papel, debo responder que no. Mientras más escribo, más consciente estoy de problemas - clichés, puntos muertos, imágenes débiles, repeticiones. Cada vez que intento alguna otra actividad difícil, como escalar en una montaña tenebrosa, me recuerdo a mi mismo, "Si, ¡pero esto es más fácil que escribir!"
Una vez mientras me refugiaba en mi depresión de escritor, me encontré a mi mismo preguntándome si Dios conocía de alguna manera el proceso por el que yo atravesaba. Dios Habló, por supuesto, pero ¿escribió Él? Revisé la Biblia en busca de ejemplos.
Inmediatamente vienen a mi mente los Diez Mandamientos. El libro de Éxodo reporta que Dios le dio a Moisés dos "tablas de piedra escritas por el dedo mismo de Dios", enfatizando que "Tanto las tablas como la escritura grabada en ellas eran obra de Dios" (Ex. 31:18; 32:16). Los eruditos señalan que las tablas establecieron un acuerdo, o un pacto, entre Dios y los israelitas, similar a los tratos entre otros gobernantes que exponen los aspectos que cada parte podría esperar legítimamente del otro. A diferencia de sus vecinos, los israelitas no necesitaban temer a los caprichos arbitrarios de los dioses; Su Dios había firmado un franco acuerdo con ellos.
Si embargo, para el momento en que Moisés descendió del Monte Sinaí, los israelitas ya habían roto los primeros dos mandamientos. Airado, Moisés volvió trizas las tablas - lo que llevó a la primera re-escritura divina.
La siguiente escena de escritura sobrenatural ocurrió en la nación de Babilonia (Iraq hoy en día), Cuando el rey Belsasar profanó las copas de oro del templo de Jerusalén sirviendo vino para su gran banquete. De pronto, los dedos de una mano aparecieron y escribieron cuatro palabras en la pared de yeso. "el rey miró la mano mientras escribía. Su cara se tornó pálida y se asustó tanto que sus rodillas daban una contra la otra" (Da 5:5-6) Belsasar tenía razones para temblar: esa noche el gran imperio Babilónico cayó en manos de los Persas (Irán hoy en día).
Ambas escenas muestran el papel de Dios como rey soberano de la historia y juez de las naciones. Ya sea los refugiados en el desierto del Sinaí o los gobernantes de un palacio, todos los seres humanos rinden cuenta a una autoridad superior. No podemos sencillamente crear nuestras propias leyes.
Los evangelios registran una sola ocurrencia de Jesús escribiendo, y aún este pasaje no se encuentra en los manuscritos más antiguos (Juan 8:1-11). Las autoridades religiosas habían sorprendido a una mujer en el acto de adulterio y la arrastraron hasta Jesús como una trampa de doble filo. Habiendo roto uno de los diez mandamientos, merecía la muerte de acuerdo con la Ley Mosaica. Por otro lado, los romanos le prohibieron a los judíos ejercer la pena capital. ¿Qué diría Jesús?
No dijo nada, pero en vez de eso se inclino y escribió en la tierra. Como escritor, encuentro humilde que la única vez que observamos a Jesús escribiendo, utiliza como medio la arena para que pronto las palabras fueran llevadas por el viento o lavadas por la lluvia. Más aún, El autor no se molesta en decirnos lo que Jesús escribió.
Cuando Jesús finalmente habló, dijo "el que esté libre de pecados, que arroje la primera piedra". La trampa surgió, pero de vuelta a sus acusadores. Luego la única persona presente sin pecados, quien claramente tenía el derecho de ejecutar el juicio, declinó. El reino de la gracia estaba en curso.
En otro lugar, Jesús resumió los diez mandamientos como "Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente" y "ama a tu prójimo como a ti mismo". Toda la Ley y los profetas dependen de estos dos mandamientos"(Mateo 22:37-40). Tomando prestada una imagen de los profetas, el apóstol Pablo habló luego de las leyes siendo escritas en el corazón. él dijo de los Corintios (si, los lujuriosos Corintios), "Es evidente que ustedes son una carta de Cristo, expedida por nosotros, escrita no con tinta sino con el Espíritu del Dios viviente; no en tablas de piedra sino en tablas de carne, en los corazones"(2ª Co 3:3).
Encontré un puñado de escenas describiendo a Dios como escritor. Cuando se toman juntas, ellas proveen una progresión hacia la gracia, y, significativamente, convoca a todos los miembros de la Trinidad. Tres medios - tablas de piedras, paredes de yeso, y la arena en el patio del templo- no sobrevivieron a los estragos de la historia. En vez de eso, la literatura de Dios es transferida de generación en generación por las vidas transformadas. "Porque somos hechura de Dios" les dijo Pablo a los Efesios (2:10) usando la palabra griega poiema, de la cual obtenemos "poema".
Luego de estudiar las escenas de Dios como escritor, Ya no me siento tan cargado. Componer palabras en un papel es una cosa; crear sagradas obras de arte a partir de seres humanos es realmente otra.
Fuente: Christianity Today
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