viernes, 20 de junio de 2008

La Palabra en la Calle

Lo que las personas sin hogar me enseñaron sobre la oración

"Si escribes un libro sobre la oración, debes compartir con los desamparados por un tiempo," Me dijo mi esposa, una veterana del ministerio en el centro de la ciudad. "las personas de la calle oran como una necesidad, no como un lujo".

Su consejo tenía sentido, especialmente luego de entrevistas a Mike Yankoski, un estudiante del Colegio Westmont quien, junto con un amigo, abandonaron la escuela por cinco meses para vivir en la calle. (Su libro, bajo el puente, cuenta la historia.) Mike me contó que las personas de la calle, habiendo tocado fondo, no malgastan su tiempo construyendo una imagen o tratando de acomodarse. Ellos oran sin pretensiones, un contraste refrescante a lo que encontramos en algunas iglesias.

Le pedí un ejemplo. "Mi amigo y yo estábamos tocando la guitarra y cantando 'Como el ciervo clama por las aguas' cuando David, un hombre de la calle que conocimos, comenzó a llorar. "Eso es lo que quiero, amigo" nos dijo. "Quiero esa agua. Soy alcohólico, pero quiero ser sanado". Mientras dedicaba más tiempo con David, me dí cuenta que su conexión con Dios es su única esperanza para la sanidad. Sencillamente él no posee la fuerza interior. Él depende de la oración como de una cuerda de salvavidas".

Mike calcula que una cuarta parte de las personas sin hogar que él conoce tienen una fe Cristiana activa. Cuando visité un café para las personas sin hogar en Denver, Encontré no poca gente de la calle dispuesta a conversar sobre la oración. Bill, un hombre irónico y articulado que asistió a la escuela preparatoria, me contó de varias respuestas a la oración mientras que viajaba sin rumbo. Una vez, dijo, "Dios envió a un motorizado con las herramientas exactas que necesitaba para reparar el vehículo cuyo dueño se había ofrecido a llevarme. ¡Piensa en las probabilidades que eso suceda en Salina, Kansas!" mientras él hablaba, empacaba y desempacaba un cigarro hecho a mano.

Scott, un hombre joven que podría venderle agua de mar a un marinero, apretó mi mano firmemente, me miró a los ojos, y comenzó a darme su testimonio. Acababa de mudarse de las calles hacia una "casa de medio camino" [Nota del traductor: residencias temporales para que las personas adictas, mentalmente enfermas o ladrones convictos residan, como un medio para ayudar a las personas en su proceso de reintegración en la sociedad] y estaba tratando de vencer en su adicción a la cocaína. "Me hice un cheque a mi mismo luego de recibir una herencia de $9.000 y lo gasté todo en drogas en un par de semanas. Ahora asisto a los grupos de 12 pasos todos los días y asisto a la iglesia así como a dos grupos de estudio bíblico diferentes". Scott ora durante todo el día. "Es la única cosa que me mantiene firme".

Mientras escuchaba a estas personas contar sus oraciones, me sorprendió la calidad de estas oraciones terrenales, de hecho, y su semejanza con las oraciones del Señor. "Dános el pan de cada día": todos ellos tenían historias acerca de quedarse sin comida, orar y luego encontrar un burrito o una pizza sin comer. "líbranos del mal": viviendo en calles peligrosas, estos creyentes oran esto todos los días. "perdona nuestras ofensas": En lo más profundo de cada uno yacen secretos escondidos de vergüenza y pesar.

Luego de 25 de ministrar a las personas sin hogar, John, un consejero capacitado, tiene una teoría de que muchas personas de la calle sufren de trastornos de apego. En su niñez, nunca aprendieron a apegarse a sus padres u otras personas, y tampoco aprendieron nunca a aferrarse a Dios. Ellos encuentran dificultades para comprometerse, para abrirse a los demás, para confiar. Ellos ven el mundo como un lugar extraño, inseguro.

Jhon notó el efecto de este trastorno: "algunas veces las personas con las que trabajo se desesperan, literalmente locas, ya que no pueden soportar estar solos con sus oscuros pensamientos y secretos. Un amigo mío tenía un ministerio similar al nuestro. Teníamos secretos sobre fallas y presiones financieras que nunca le contamos a nadie. Un día, su esposa abrió la puerta principal y halló a su esposo, mi amigo, colgando de una soga amarrada al pasamanos".

De mi tiempo con las personas de la calle, comprendí un nuevo significado de la oración: esta puede ser un lugar seguro para llevar los secretos. Aquellos de nosotros lo suficientemente afortunados de tener una esposa o un amigo de confianza puede compartir nuestros secretos. Si no, al menos tenemos a Dios, quien conoce nuestros secretos antes que los confesemos. (El hecho que todavía continuemos con vida y sigamos siendo amados muestra que Dios tiene mayor tolerancia con lo que representen esos secretos de lo que le reconocemos a Dios por ello ellos)

"Si tengo razón sobre los trastornos de apego", Dijo John, "el mejor ministerio que puedo ofrecer es una relación a largo plazo. Tengo la esperanza que a través de los años y las décadas las personas de la calle aprendan a confiar en mi como alguien que puede guardar sus secretos. Espero que la confianza sea extendida gradualmente hacia Dios. Le cuento a las personas que encuentran a las personas de la calle que el contacto visual y escuchar atentamente pueden ser más importantes que comida o dinero o versículos de la Biblia. Ellos necesitan conectarse en alguna pequeña forma con otro ser humano, alguien que los mira como personas de valor.

Unos pocos días después, encontré este poema de Rainer Maria Rile, escrito en forma de oración:


Que los pobres ya no sean rechazados y despreciados.
Míralos de pie -
como flores silvestres,
que no tiene otro lugar donde crecer.

martes, 17 de junio de 2008

Encarnación en camino

Habría venido la navidad incluso si no fuesemos pecado?

Mas de dos siglos antes de la Reforma, un debate teológico surgió que enfrentó al teológo Tomás de Aquino contra un presuntuoso de Gran Bretaña, John Duns Scotus. En esencia, el debate giró alrededor de la pregunta, “¿Habría ocurrido la navidad incluso si la humanidad no fuese pecado?

Mientras que Aquino veía la encarnación como el remedio de Dios para un planeta caído, su contemporaneo vió mucho más en juego. Para Duns Scotus, la Palabra hecha carne descrita en el prologo del evangelio de Juan seguramente debe representar el diseño primario del Creador, no alguna clase de ocurrencia de último momento o Plan B. Aquino señaló los pasajes enfatizando la Cruz como la respuesta redentora de Dios a una relación rota. Duns Scotus citó pasajes de Efesios y Colosenses del Cristo Cósmico, en quien todas las cosas tienen su origen, se mantienen, y se avanzan hacia su consumación.

¿Visitó jesús este planeta solo para acomodar una falla humana o como el punto central de toda la creación? Duns Scotus y su escuela sugirieron que la encarnación era el motivo subyacente de la creación, y no simplemente una correción a esta. Tal vez Dios creó este universo para el propósito único de compartir vida y amor, con la intención perenne de unir todo a su propia esencia. “la eternidad está enamorada de la invención del tiempo”, escribió el poeta William Blake.

Ultimamente la iglesia decidió que ambos acercamientos tenían respaldo bíblico y podían ser aceptados como ortodoxos. Aunque la mayoría de los teólogos tendían a seguir a Aquino, en los años recientes Católicos prominentes como Karl Rahner han tomado una mirada mas profunda a Duns Scotus. Quizá debieran hacerlo los evangélicos, también.

La tradición evangélica enfatiza la expiacióin y la vida de Cristo dentro de nosotros. Urgimos a los niños a “aceptar a Jesús en tu corazón”, para un niño una imagen tanto reconfortante como confusa. Muchos piestistas hablan de la “vida transformada” en la cual Cristo vive en y a través del creyente. Sin embargo, mucho más a menudo – 164 veces en las cartas de Pablo, de acuerdo con un autor – el nuevo testamento usa la imagen de nosotros estando “en Cristo”. En una época donde las teorias de la expiación parecen incomprensibles para los modernos y cuando la subcultura cristiana facilmente se reduce a una posición defensiva, podemos aprender de la perspectiva de la creación centrada en Cristo una vez expuesta por un teólogo oscuro de la Alta Edad Media.

Cuando Maria dio a luz a un niño en Belén, ella participó en un acto de creación divina que continua hasta hoy. La frase de Pablo “en Cristo” nos señala una realidad viva en su metafora del cuerpo de Cristo: la iglesia extiende la encarnación a través del tiempo.

La frase de Pablo “en Cristo” nos señala una realidad viva en su metafora del cuerpo de Cristo: la iglesia extiende la encarnación a través del tiempo.

En un hermoso semón a sus estudiantes de Oxford, Austin Farrer hizo una pregunta natural que surge cuando aplicamos la elevada metáfora de Pablo a la vida de la iglesia: “¿Qué debemos hacer con el enorme abismo que existe entre nuestro cristianismo y nuestros actos verdaderos; nuestra pereza, egoismo, inmundicia, trivialidad, y el doloroso absurdo de nuestras oraciones? ¿Este abismo que se abre entre lo que Cristo nos ha hecho y lo que hacemos de nosotros mismos?”

Hacemos, dijo Farrer, las mismas cosas que los discipulos de Jesús hicieron: en el primer día de la semana, nos reunimos para “unir todo el cuerpo de Cristo aquí, sin faltar un miembro, cuando el sol se ha levantado; y la resurreción tiene lugar otra vez más.” Nos recordamos a nosotros mismos, tomando prestadas las palabras de Pablo, que no hay condenación para los que están en Cristo Jesús, que estamos muertos al pecado pero vivos en Cristo Jesús, que si alguno está en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, ¡he aquí todas son hechas nuevas! (Ro 8:1, 6:11, 2º Co 5:17) en Resumen, estamos frente a la sorprendente verdad que Dios nos mira a través del lente redentor de su Hijo.

Luego, seguros de esa identidad, avanzamos para recuperar el mundo de Dios. Duns Scotus llamó a esta perspectiva “la Doctrina de la Primacia Absoluta de Cristo en el Universo”. Aquellos que tienen su identidad en Cristo tienen una misión santa de reclamar el territorio que ha sido descompuesto. Los cristianos ministran a los pobres y a los que sufren no por motivos humanitarios, sino porque ellos también reflejan la imagen de Dios; insisten en la justicia porque Dios insiste en ella, y honran la naturaleza porque esta es una muestra de la obra de arte de Dios, el trasfondo de la encarnación.

No hace mucho en una conversación con Makoto Fujimura, un estimado artista que fundó el movimiento internacionales de las artes para alentar a los cristianos a buscar inspiración artística en su fe. “muchos artistas contemporaneos miran a su ves a otras religiones, como el budismo” me dice. “Les Recuerdo que Dios está creando desde el libro de Génesis hasta el Apocalípsis, en el cual Dios promete hacer nuevas todas las cosas”.

Entre las palabras finales de Jesús, en apocalipsis, están estas: “yo soy el alfa y la omega, el el primero y el ultimo, el principio y el fin”. John Duns Scotus debe estar sonriendo.

lunes, 16 de junio de 2008

Luchando con Dios

Cuando la oración se siente a veces como un abrazo y como un ahorcamiento a la vez

La iglesia a la que asisto reserva un tiempo breve en el que las persona de las bancas pueden expresar oraciones en voz alta. Con el correr de los años he oído cientos de esas oraciones, y con muy pocas excepciones la palabra cortés en verdad se aplica a ellas. Una, sin embargo, se destaca en mi mente debido a su descarnada emoción.


En voz clara pero temblorosa una joven empezó con las palabras: "¡Dios, te odié después que me violaron! ¿Cómo pudiste permitir que esto me sucediera?" La congregación enmudeció abruptamente. Ya no más ruido de papeles ni de revolverse en los asientos. "Y odié a las personas de esta iglesia que trataban de consolarme. Yo no quería consuelo. Quería la venganza. Yo quería desquitarme. Gracias Dios, porque no te diste por vencido conmigo, no tampoco algunas de estas personas. Tú seguiste buscándome, y ahora vuelvo a ti y te pido que sanes las heridas de mi alma".

De todas las oraciones que he oído en la iglesia, esa es la que más se aproxima al estilo de las oraciones ruidosas con las que hallo repleta la Biblia, en especial de los favoritos de Dios como Abraham y Moisés.

Abraham
Abraham, un hombre justamente celebrado por su fe, oyó a Dios en visiones, en conversaciones de persona a persona, e incluso en una visita personal a su carpa. Dios colocó ante él promesas resplandecientes, una de las cuales lo sacó de quicio: la seguridad de que sería padre de una gran nación. Abraham tenía setenta y cinco años cuando oyó por primera vez esa promesa, y en los siguientes pocos años Dios elevó las posibilidades dándole indicios de que tendría una descendencia tan abundante como el polvo de la tierra y las estrellas del cielo.

Mientras tanto la naturaleza siguió su curso, y en una edad en la que debería estar acariciando las cabezas de sus bisnietos, Abraham seguía sin hijos. Él sabía que le quedaban pocos años de fertilidad, si acaso. En una de las visitas de Dios, Abraham hizo una amenaza velada de conseguir un heredero mediante una unión con una de sus criadas. A los ochenta y seis años, siguiendo la sugerencia de su esposa estéril Sara, hizo precisamente eso.

La próxima vez que Dios lo visitó, ese descendiente, un hijo llamado Ismael, era un adolescente proscrito deambulando por el desierto, víctima de los celos de Sara. Abraham se rió con fuera por la promesa reiterada de Dios, y para ese entonces el sarcasmo ya se había infiltrado en su respuesta. "¿Acaso puede un hombre tener un hijo a los cien años, y ser madre Sara a los noventa?" Sara participó de la broma amarga, rezongando: "¿Acaso voy a tener este placer, ahora que ya estoy consumida y mi esposo es tan viejo?"

Dios respondió con un mensaje que para los oídos de Abraham debe haber sonado como buenas y malas noticias. En verdad tendría su hijo, pero solo después de realizar cierta cirugía menor en la parte de su cuerpo necesaria para la acción. Abraham así llegó a ser padre de la circuncisión tanto como de Isaac.

Ese patrón de finta y confianza, de Abraham enfrentándose a Dios solo para ser derribado de nuevo, forma el trasfondo de un impresionante oración, en realidad de un diálogo extendido entre Dios y Abraham. "¿Le ocultaré a Abraham lo que estoy por hacer?", empieza Dios, como si reconociera que una alianza válida requiere de la consulta antes de cualquier decisión principal. Luego, Dios le revela un plan para destruir a las ciudades de Sodoma y Gomorra, notorias por la perversidad y la contaminación moral de la familia extendida de Abraham.

Para entonces Abraham ha asumido su propio papel en la alianza y no hace ningún intento por esconder su desagrado. "¡Lejos de ti el hacer tal cosa! ¿Matar al justo junto con el malvado, y que ambos sean tratados de la misma manera? ¡Jamás hagas tal cosa! tú, que eres el Juez de toda la tierra, ¿no harás justicia?"

Luego sigue una sesión de regateo muy parecida a la que tiene en cualquier bazar del Medio Oriente. ¿Qué tal si hay cincuenta personas justas en la ciudad, la perdonarás? Está bien, si puedo hallar a cincuenta justos, perdonaré a todo el lugar. Con un sacudón Abraham recuerda con quién está regateando - Reconozco que he sido muy atrevido al dirigirme a mi Señor, yo, que apenas soy polvo y ceniza - pero procede a reducir su petición a cuarenta y cinco personas.

¿Cuarenta y cinco? No hay problema. No se enoje mi Señor, pero permítame seguir hablando. Abraham se postra, y luego continúa presionando. ¿Cuarenta? ¿Treinta? ¿Veinte? ¿Diez? Cada vez Dios acepta sin discutir, concluyendo: "Aun por esos diez justos no la destruiré"

Aunque no pudieron hallar diez justos para salvar a Sodoma y Gomorra, Abraham recibió lo que en realidad quería, liberación para su sobrino y las hijas de este. Nosotros, los lectores, quedamos con el hecho aturdidor de que Abraham dejó de pedir antes de que Dios dejara de conceder. ¿Qué tal si Abraham hubiera regateado incluso más y pedido que las ciudades fueran perdonadas por amor a un justo, su sobrino Lot? ¿Estaba Dios tan dispuesto a conceder cada punto, buscando en realidad un abogado, un ser humano con suficiente intrepidez para expresar el propio instinto profundo de Dios de misericordia?

Como Abraham aprendió, cuando apelamos a la gracia y la compasión de Dios, el Dios aterrador pronto desaparece. "Eres lento para la ira y grande en amor, y... perdonarás la maldad y la rebeldía". Dios es más misericordioso de lo que podemos imaginarnos, y recibe de buen grado las apelaciones a esa misericordia.

Discutiendo con Dios
Salte hacia delante medio milenio al momento en que otro experto regateador aparece en la escena. Dios, que "se acordó del pacto que había hecho con Abraham", selecciona expresamente a un hombre con el currículo vitae perfecto para una tarea crucial. Moisés se ha pasado la mitad de su vida aprendiendo habilidades de liderazgo en el imperio gobernante del día, y la otra mitad aprendiendo destrezas de superviviente en el desierto mientras huía luego de un arranque homicida, ¿quién mejor para dirigir a una tribu de esclavos liberados por el desierto hasta la tierra prometida?

Así, para no dejar lugar a la duda, Dios se presenta a sí mismo de día por medio de un fenómeno nada natural: una zarza que arde y que no se consume. De forma apropiada Moisés esconde la cara, con miedo de mirar, cuando Dios le anuncia la misión:"han llegado a mis oídos los gritos desesperados de los israelitas, y he visto también cómo los oprimen los egipcios. Así que disponte a partir. Voy a enviarte al faraón para que saques de Egipto a los israelitas, que son mi pueblo"

A diferencia de Abraham, Moisés se pone a discutir desde la primera reunión. Intenta con una humildad falsa: ¿Y quién soy yo para presentarme ante el faraón? Cuando eso falla, apela a otras objeciones: No sé su nombre... ¿Y qué tal si los israelitas no me creen?... Nunca he sido elocuente. Dios responde a cada una de ellas, orquestando unos pocos milagros para establecer la credibilidad. Todavía Moisés suplica que se le exima: Oh, Señor, por favor, envía a algún otro. La paciencia se acaba y la ira de Dios estalla, pero incluso así Dios sugiere un acuerdo, un papel compartido con el hermano de Moisés, Aarón. El famoso éxodo de Egipto comienza de este modo solo después de una prolongada sesión de regateo.

Moisés utiliza ese talento para la negociación, esa destreza, en una prueba suprema un tiempo más tarde cuando la paciencia de Dios con la tribu en verdad se acaba. Después de observar diez plagas descendiendo sobre Egipto, después de salir de la esclavitud cargados con el botín, después de ver el ejército del faraón que era la última palabra ahogándose bajo el agua, después de seguir una nube de día y una columna de fuego por la noche, después de recibir provisiones milagrosas de agua y comida (algo de lo cual todavía estaba digiriéndose en sus barrigas al momento)... después de todo eso, los israelitas tienen miedo, o se aburren, o son "tercos" según el diagnóstico de Dios y lo rechazan todo a favor de un ídolo de oro que les hizo el hermano de Moisés, el mismo Aarón que Dios había nombrado en una especie de acuerdo.

Dios había tenido más que suficiente. "déjame que lo destruya y borre hasta el recuerdo de su nombre. De ti, en cambio, haré una nación más fuerte y numerosa que la de ellos." Moisés conoce bien el poder destructor que Dios puede desatar porque lo había visto de primera mano en Egipto. Déjame, le dice Dios. Moisés oye ese comentario menos como una orden que como el suspiro de un padre acosado que ha llegado al final de la cuerda y sin embargo de alguna manera quiere que se le contenga... en otras palabras, como una posición abierta a la negociación.

Moisés despliega los argumentos. Mira todo lo que tuviste que pasar para librarlos de Egipto. ¿Qué tal en cuanto a tu reputación? ¡Piensa en cómo los egipcios van a burlarse! no te olvides de tus promesas a Abraham. Moisés descarga el talego de las propias promesas de Dios. Por cuarenta días y cuarenta noches yace postrado ante el Señor, rehusándose a comer y beber. Al fin Dios se rinde: "ve a la tierra donde abundan leche y miel. Yo no los acompañaré, porque ustedes son un pueblo terco, y podría destruirlos en el camino" Moisés procede a ganar esa discusión también, puesto que Dios a regañadientes acepta acompañar a los israelitas el resto del camino.

Algún tiempo más tarde las mesas se voltearon. Esta vez Moisés es el que está listo para darse por vencido. "¿Acaso yo lo concebí, o lo di a luz, para que me exijas que lo lleve en mi regazo, como si fuera su nodriza, y lo lleve hasta la tierra que le prometiste a sus antepasados?" Y en esta ocasión es Dios el que responde con compasión, tranquilizando a Moisés, mostrando simpatía por sus quejas, y designando a setenta ancianos para que compartan la carga.

Moisés no ganó toda discusión con Dios. Notablemente no logró persuadir a Dios para que le permitiera entrar en la tierra prometida en persona (aunque esa petición también fue concedida muchos años después en el monte de la transfiguración). Pero su ejemplo, como el de Abraham, demuestra que Dios invita a la discusión y a la lucha, y que a menudo cede, en especial cuando el punto de contención es la misericordia de Dios. En el mismo proceso de discutir podemos en verdad tomar las cualidades propias de Dios.

“La oración no significa vencer la renuencia de Dios”, escribe el arzobispo Trench, “es aferrarse a su disposición más alta”.
La oración no significa vencer la renuencia de Dios”, escribe el arzobispo Trench, “es aferrarse a su disposición más alta.

Una intimidad extraña

Si Abraham y Moisés fueran los únicos ejemplos bíblicos de ponerse a discutir al mismo nivel con Dios, yo vacilaría en ver sus encuentros de lucha algún tipo de modelo para la oración. Ellos se hallan, sin embargo, como dos representantes típicos de un estilo que se encuentra por toda la Biblia. (¿Tal vez este mismo rasgo explica por qué Dios los escogió para tareas tan importantes?)

Las discusiones de esos dos gigantes de la fe parecen suaves comparadas con las peroratas de Job. Sus tres amigos hablan perogrulladas y fórmulas santurronas, usando el lenguaje recatado que a menudo oigo en las oraciones públicas en la iglesia. Defienden a Dios, tratan de calmar los estallidos de Job, y hallan razones para aceptar al mundo tal como es. Job no acepta nada de eso. Objeta con amargura el hecho de ser la víctima de un Dios cruel. Job le habla a Dios directo desde el corazón… un corazón profundamente herido. Casi abandona la oración porque, como les dice a sus mortificados amigos: “Que ganamos con dirigirle nuestras oraciones” Sin embargo, en un giro irónico al final del libro, Dios se pone de manera contundente al lado de Job y de su enfoque expresado sin tapujos, descartando la verborrea de los amigos con una andanada de desdén.

Los salmistas, de igual manera, se quejan de la ausencia de Dios y de lo que parece ser injusto. Un salmo atribuido a David capta el espíritu:

Cansado estoy de pedir ayuda;
Tengo reseca la garganta.
Mis ojos languidecen,
Esperando la ayuda de mi Dios.

Una letanía de protestas en los salmos y en los profetas le recuerdan a Dios que el mundo anda patas arriba, que muchas promesas quedan sin cumplirse, que la justicia y la misericordia no gobierna en la tierra.

Los dos profetas más prolíficos responden al llamado de Dios de manera muy similar a la de Moisés. Isaías muestra esta reacción inicial: “ay de mi, que estoy perdido” soy un hombre de labios impuros y vivo en medio de un pueblo de labios blasfemos”. Jeremías murmura una excusa inmediata –“¡soy muy joven, y no sé hablar!” – y retrocede ante las asignaciones de Dios en toda su larga carrera. No se cohíbe: “¡Ah, Señor mi Dios, cómo has engañado a este pueblo y a Jerusalén! Dijiste: “tendrán paz”, pero tienen la espada en el cuello”.

Una competencia de lucha también tuvo lugar en el Getsemaní, de Jesús luchando con la voluntad de Dios y aceptándola solo como último recurso puesto que no había ninguna otra salida. Más adelante, cuando Dios escogió a la persona más improbable (un notorio abusador de los derechos humanos llamado Saulo de Tarso) para llevar su mensaje a los gentiles, un dirigente de la iglesia expresó el disentimiento: “Señor, he oído hablar mucho de ese hombre y de todo el mal que ha causado a tus santos en Jerusalén”. Dios cortó esta discusión en particular: “¡Ve!... porque ese hombre es mi instrumento escogido”. Varios años más tarde el mismo hombre, ahora llamado Pablo, estaría por sí mismo regateando con Dios, orando repetidas veces por la remoción de una dolencia física.
¿Por qué Dios, el gobernante todopoderoso del universo, recurre a un estilo de relacionarse con los seres humanos que parece más bien una negociación o un regateo, para decirlo más crudamente? ¿Requiere Dios el ejercicio como parte de nuestro régimen de entrenamiento espiritual? ¿O es posible que Dios, si pudiera usar tal vocabulario, cuente con nuestros arranques como una ventana hacia el mundo, o como un despertador que pudiera llamar a la intervención? Fue el clamor de los israelitas, después de todo, lo que impulsó a que Dios a Moisés.

Como Abraham, me acerco a Dios al principio con temor y temblor, solo para aprender que él quiere que deje de arrastrarme y empiece a discutir. No me atrevo a aceptar con mansedumbre el estado del mundo, con todas sus injusticias e inequidades. Debo llamar al Señor a cuentas debido a las propias promesas de Dios, al propio carácter de Dios.

Los que luchan con Dios
Solía preocuparme por mi deficiencia de fe. En mis oraciones espero poco y me satisfago con menos. La fe se siente como un don que una persona bien tiene o no tiene, y no como algo que se pueda desarrollar con el ejercicio, como un músculo. Mi actitud está cambiando, sin embargo, conforme empiezo a entender la fe como una forma de interactuar con Dios. Tal vez no pueda acumular una gran creencia en los milagros, o tener grandes sueños, pero sí puedo en verdad ejercer mi fe al interactuar con Dios en la oración.

Recuerdo una escena a principios de mi matrimonio. Estábamos visitando a unos amigos en la región occidental del país que habían hecho arreglos para que nos quedáramos en una casa de huéspedes de cuatro dormitorios que no tenía otros ocupantes esos días. Durante la cena, algún comentario no les gustó a unos de nosotros, y al poco tiempo se había desatado una fenomenal pelea matrimonial. Nos quedamos hasta altas horas de la noche tratando de resolverlo, pero en lugar de unirnos la conversación solo nos alejaba cada vez más. Consciente de que tenía una reunión de negocios al día siguiente, salí hecho una tromba de nuestro dormitorio a otro en busca de paz y sueño.

Pocos minutos después la puerta se abrió y Janet se apareció con un nuevo conjunto de argumentos que respaldaban su punto de vista. Yo me fui a otro dormitorio. Lo mismo sucedió. ¡Ella no me iba a dejar en paz! La escena se volvió casi cómica: en esposo enfurruñado, introvertido, huyéndole a una esposa insistente y extrovertida. Al día siguiente (y no antes), ambos pudimos reírnos. Aprendí una lección importante, que no comunicarse es peor que pelear. En una competencia de lucha por lo menos ambas partes están interviniendo.

Esa imagen de pelea evoca una última escena de la Biblia, el prototipo de la lucha con Dios. El nieto de Abraham, Jacob, se ha abierto paso por la vida mediante trucos y engaños, y ahora debe enfrentar las consecuencias en la persona de su hermano malhumorado, al que le ha robado su primogenitura. Plagado por el temor y la culpa, Jacob envía elaboradas ofrendas de paz para apaciguar a Esaú. Por veinte años ha vivido en el exilio. ¿Lo recibirá Esaú con la espada o con un abrazo? Él tiembla solo en la oscuridad, esperando.

Alguien tropieza con él - ¿un hombre?- ¿un ángel?- y Jacob hace los que siempre ha hecho. Pelea como si su vida dependiera de ello. Toda la noche los dos pelean y ninguno obtiene la ventaja, hasta que al fin los primeros rayos del alba iluminen el horizonte. “¡Suéltame!” dice la figura, estirando la mano hacia abajo con un toque tan potente que disloca la cadera de Jacob.

Cojeando, vencido, asustado hasta los huesos, Jacob todavía se las arregla para aferrarse:” ¡No te soltaré hasta que me bendigas!”, le dice la figura. En lugar de dislocarle el pescuezo con otro toque, la figura con ternura le concede a Jacob un nuevo nombre, Israel, que significa “el que lucha con Dios”. Por último Jacob comprende la identidad de su oponente.

Un poco más tarde Jacob ve a su hermano Esaú aproximándose con cuatrocientos hombres y se acerca cojeando a su encuentro. Su propia competencia de lucha empieza antes del nacimiento, con un encuentro en el útero. Ahora el momento de la verdad he llegado. El que lucha con Dios extiende sus brazos.

Un autor judío contemporáneo, Arthur Waskow, escribió en su libro Godwrestling [Lucha con Dios] que la lucha se parece mucho a hacer el amor – y hacer la guerra. Jacob sintió un poco de ambas, hacer el amor y hacer la guerra, con una elusiva figura en la noche y con un velludo Esaú en el día. Desde la distancia, es difícil distinguir un ahorcamiento de un abrazo.

Dios no cede con facilidad. Sin embargo, y al mismo tiempo, Dios parece recibir de buen grado la persistencia que nos mantiene luchando mucho después de que el encuentro ha quedado decidido. Quizás Jacob aprendió por primera vez en esa noche larga a orilla del río cómo transformar la pelea en amor. “¡ver tu rostro es como ver a Dios mismo!”, le dijo a su hermano, palabras inimaginables si él no se hubiera encontrado con Dios cara a cara la noche anterior.

Aunque Jacob hizo muchas cosas equivocadas en la vida, llegó a ser el epónimo de una tribu y una nación así de como todos nosotros quienes luchamos con Dios. Todos somos hijos de Israel, dijo Pablo, todos los que luchamos con Dios, que nos aferramos a Dios en la oscuridad, que perseguimos a Dios de cuarto en cuarto, que declaramos: “no te soltaré”. A nosotros nos pertenece la bendición, la primogenitura, el reino.

“La oración en su forma más alta y su éxito más grandioso asume la actitud de uno que lucha con Dios”, concluyó E. M. Bounds, quien escribió ocho libros sobre la oración. Un estallido sin tapujos difícilmente amenaza a Dios, y algunas veces incluso parece que lo hace cambiar. Como lo demostró el toque en la coyuntura de la cadera de Jacob, Dios podía haber acabado el encuentro en cualquier punto durante esa larga noche en el desierto. Más bien la figura elusiva persistió, tan anhelantemente de ser sostenida como lo estaba Jacob de ser el que sostenía.

Este extracto ha sido adaptado del último libro de Philp yancey, Oración: ¿Hace alguna diferencia?

jueves, 12 de junio de 2008

La atracción de la Teocrácia

Mientras huimos de la decadencia, debemos observar por donde pisamos.

Recientemente asistí a una reunión llamada Sonidos de Esperanza, que reunió a líderes cristianos desde países predominantemente musulmanes como Egipto, Líbano, y el Jordán. Escuchando sus reportes de la vida como una minoría asediada en una región turbulenta me hizo pensar sobre la relación entre el Cristianismo y el Islam.

Hace algunos años un hombre musulmán me dijo, "No encuentro dirección en el Corán sobre como los Musulmanes deben vivir como una minoría en una sociedad ni encuentro dirección en el Nuevo Testamento de cómo los Cristianos deben vivir como una mayoría". Él apunta una diferencia central entre dos formas de fe. Una, nacida en Pentecostés, tiende a prosperar a través y aun en contra de la cultura, a veces coexistiendo con gobiernos opresivos. El otro, anclado geográficamente en la Meca, fue fundado simultáneamente como religión y estado.

Como resultado, en países estrictamente musulmanes, la religión, la cultura y la política están unidas. Mientras que en las administraciones de las escuelas de EE.UU. se debate la legalidad de un minuto de oraciones no sectarias en los juegos de fútbol, en los países musulmanes el comercio y el transporte se detienen para atender al llamado de oración cinco veces al día. Muchos musulmanes buscan la adopción oficial de la ley Shari'ah, derivada de escritos sagrados y semejante al código que todo lo abarca del Pentateuco.

Impulsados por un celo teocrático, el Islam conquistó tres cuartas partes de todo el territorio cristiano durante la edad media. En respuesta los cristianos, quienes tenían poca tradición de guerra santa, iniciaron las cruzadas. a través del tiempo, los cristianos occidentales separaron la iglesia y el estado y respetaron la libertad religiosa. en última instancia, Europa se identificó como una cultura "post-cristiana". Notablemente, no existen sociedades "post-musulmanas" excepto en las regiones donde el Islam fue expulsado por la fuerza.

La cultura teocrática también abre la posibilidad para la coerción moral. como los cristianos tenemos conocimiento de nuestra propia historia. En Algeria, los Islámicos radicales cortaron los labios y narices de musulmanes que fumaban y bebían alcohol. En algunos países musulmanes, la policía de la moral golpeó públicamente a una mujer que se atrevió a usar un taxi sin estar acompañada de su esposo, o que conduce un auto sola. El adulterio o la conversión al Cristianismo puede garantizar una sentencia de muerte.

Salman Rushdie dijo que la verdadera batalla de la historia se pelea entre el epicúreo y el puritano. El péndulo de la sociedad oscila entre "todo está permitido" y "¡Oh, no, no lo hagas!": La restauración vs. Cromwell, la Aclu (Unión Americana de Libertades Civiles) vs. la derecha religiosa, secularistas modernos vs. fundamentalistas islámicos. La recompensa de un millón de dolares por la cabeza de Rushdie prueba este punto.

Los Cristianos en el Este Medio no se oponen a todas las restricciones morales del Islam. Un egipcio me dijo que no podía registrarse en un hotel con una mujer a menos que probara que ella era su esposa -una política que aprecia, así como su esposa. La mayoría de los Cristianos con los que he hablado en esta conferencia preferirían criar a sus hijos en una sociedad islámica estrictamente vigilada antes que en los Estados Unidos, donde la libertad tan a menudo conduce a la decadencia.

El sentido de una cultura unida impregna todos los niveles de la sociedad islámica, comenzando con la familia. Emigrantes del Este Medio al Occidente se impresionan de encontrarnos arrastrando a los niños de preescolar al hogar de cuidado diario y a los mayores a un ancianato. Un buen musulmán valora el grupo sobre el individuo. Entendiendo esto, dice un Americano que vive en Egipto, podría ayudar a explicar la indignación y la violencia que surgió por las caricaturas daneses sobre el profeta Mahoma:

La fundación de la sociedad Árabe no es el individuo, sino la comunidad: en primer lugar, la familia, luego la familia extendida o clan, luego la comunidad religiosa, y luego algunas veces la nación. Con esta cosmovisión, si los caricaturistas en Dinamarca insultan al Islam y a su profeta, y si el líder de Dinamarca ("La comunidad Danesa") no lo denuncia rotundamente, entonces los musulmanes interpretamos que él y los Daneses apoyan las caricaturas y el insulto. Mientras el primer ministro Danés expresó públicamente su desaprobación, también compartió que no era ilegal en Dinamarca, ya que existe la libertad de expresión y de prensa individuales. Irónicamente, esta declaración fue interpretada por la comunidad Islámica como apoyar las caricaturas. Las dos cosmovisiones culturales no fueron capaces de entenderse la una a la otro en lo absoluto.

Escuchando de primera mano como la cultura Islámica incrementó mi entendimiento, pero también me hizo preocupar por mi propia sociedad. Las mismas cosas que repudiamos en el Islam, algunos cristianos encuentran tentadoras. Nosotros también, buscamos poder político y un código legal que refleje una moralidad elevada. Nosotros, También, compartimos una preocupación por criar a nuestros niños en un clima de decadencia moral. Nosotros, También, tenemos la tendencia de ver a otros (incluyendo a los musulmanes) como una comunidad estereotipada, antes que como individuos. ¿Nos volveremos hacia nuestra versión del fundamentalismo radical del Islam hoy en día?

miércoles, 11 de junio de 2008

No es lo que parece

Una revisión a vista de pájaro del evangelicalismo contemporáneo

Pasé el otoño del año pasado persiguiendo una maleta de ciudad en ciudad en giras por Reino Unido y los EE.UU., promoviendo mi nuevo libro sobre la oración. A lo largo del camino, obtuve una perspectiva general de la iglesia, y entre mis observaciones, las siguientes resaltan.

Los cristianos en gran bretaña parecen mas comprometidos con su fe que sus contrapartes en los EE.UU. En una nación donde solo el 6 por ciento de la población asiste a la iglesia, no hay una superposición de Cristianismo cultural ni ventaja social por ser de afiliación cristiana. Como he observado en otros países, cuando los cristianos constituyen una pequeña minoría, son también más propensos a trabajar juntos. Con su impresionante infraestructura, las iglesias americanas tienen la tendencia a hacer las cosas por su propia cuenta o dentro de una denominación. Otra diferencia más: el público británico todavía tienen hambre de contenido, mientras que en América el contenido se digiere mejor si va cubierto de entretenimiento.

Si tomas tus conclusiones de CNN, verías a cristianos, y especialmente evangélicos, como un bloque de votantes a ser manipulado por los políticos, con noticias sobre ellos salpicados por el escandalo sexual ocasional. Mira en tu propia persona, sin embargo, y te encontrarás con un incontable numero de personas de fe quienes están intentando seguir a Jesús sinceramente, incluso cuando esto va contra los principios de la cultura.

En mis viajes me tocó el corazón la comunidad Amish, a unos pocos kilómetros del lugar de la masacre en la escuela las minas de nickel. Las noticias acerca de la tragedia se desvanecieron rápidamente en los EE.UU., pero no alrededor del mundo. Los lectores internacionales estaban fascinados por un grupo que evitaba las vestiduras modernas y las conveniencias y quienes respondían con una forma tan distinta a la americana a un acto de violencia.

De hecho, 2400 artículos en la prensa mundial desatacaron el tema del perdón. Mas de la mitad de aquellos que atendieron al funeral del asesino eran Amish. "Nosotros pecamos también", dijeron, abrazando a la viuda del hombre que mató a sus niños. "¿no nos dijo Jesús que perdonaramos a otros como Dios nos perdonó a nosotros?"

Me reuno con cristianos ordinarios quienes se dedican a la ayuda de diversos grupos de personas, desde personas sin hogar en Pennsylvania y los desertores de la escuela en el centro de la ciudad en Nueva Jersey hasta estudiantes asiáticos en Harvard y ejecutivos de Silicon Valley [Valle de Silicio]. Las iglesias americanas movilizan miles de tales ministerios, sin mencionar los viajes misioneros a países menos desarrollados. Pocas de estas actividades son reportadas por CNN.

¡Por Dios, como ha cambiado la arquitectura de la iglesia! Hablé a una iglesia de 300 años en Connecticut a la que Jonathan Edwards asistió cuando era adolescente. Permanecen las bancas de madera que solían alquilar a familias que se sentaban juntas en una cuadra alrededor de una estufa. Como resultado, la mitad de los oyentes están de espaldas al orador. A lo largo del continente en California, Las iglesias están rehabilitando depósitos y centros comerciales, instalando asientos lujosos y pantallas gigantescas en las cuales proyectan coros de alabanza.

El mundo está lleno de dolor. La prosperidad prometida por la televisión religiosa debe existir en algún universo paralelo al que encuentro cuando visito las iglesias en persona. a pesar de todas sus fallas y fracasos, la iglesia ofrece un lugar para las heridas y la búsqueda de significado en tiempos de miseria y de lucha.

Un hombre mayor con una exhuberante barba que caminaba arrastrando los pies me dijo entre dientes: "Dios me dio la enfermedad de Parkinson. ¿Cómo puedo pensar que Él escucha de alguna manera lo que tengo que decirle en oración?"

Una mujer me contó que oró con desesperación durante sus 19 años de matrimonio abusivo, "Señor, si alguien es atropellado por un conductor ebrio, que sea mi esposo".

Conocí a una mujer afligida con esclerosis múltiple, asombrosamente joven, quien vino cojeando para decirme que estaba aprendiendo todo lo que podía acerca de la oración debido a que su enfermedad estaba progresando tan rápido que pronto sería capaz de hacer un mucho menos.

He oído de suicidios, defectos de nacimiento, niños atropellados por camiones, y adolescentes violadas. Una mujer, ordenada ahora como ministro, habló sobre un periodo oscuro luego que su hijo murió cuando durante 18 meses ella no podía venir a la oración. Ella rogó una vez, "¡Dios, no quiero morir así, con toda comunicación interrumpida!" Aun así, le tomó 6 meses meses más antes que ella pudiera volver a orar de nuevo.

En una reunión, un muchacho de 20 años vino al micrófono y me reprendió por no tomar literalmente la promesa acerca de que la fe puede mover montañas. Estuve de acuerdo con él en que necesitaba una gran dosis de tal fe infantil, pero al mismo tiempo, no puedo deshonrar el dolor de la gente que sufre al decirle que su fe es de alguna manera defectuosa.

De tales personas, aprendo que la vida no es un problema para ser resuelto sino un misterio para ser vivido. La oración no ofrece garantías férreas, solo la promesa segura de que no necesitamos vivir este misterio de manera solitaria.

sábado, 7 de junio de 2008

Las oraciones no contestadas de Jesús

Cuando Jesús oró al único que podía salvarle de la muerte, no obtuvo esa salvación, en vez de eso obtuvo la salvación del mundo.

Cuando la oración parece mas una lucha que una relación, cuando me encuentro a mi mismo repitiendo las mismas peticiones una y otra vez me pregunto, "¿Hay alguien escuchando realmente?" No poco consuelo nos da recordar que Jesús, también, tuvo oraciones no contestadas. Tres vienen a mi mente.

Tal como registra Lucas, Jesús pasó la noche entera en oración antes de escoger el circulo interno de doce discípulos. Pero si lees los evangelios, te maravillas que esta poco fiable docena pueda ser la respuesta a cualquier oración. Esta docena incluía, como Lucas señala expresamente, a "Judas Iscariote, que llegó a ser el traidor", sin mencionar a los mezquinamente ambiciosos Hijos del Trueno y el "cabeza caliente" Simón, a quien Jesús una vez nombró como "Satanás"

Admito que, técnicamente, el maquillaje particular de los doce no califica como una oración no contestada, porque no tenemos razones para creer que Jesús haya tenido alguna mejor opción. Aún así encuentro reconfortante que mientras en la tierra Jesús enfrentó las mismas limitaciones que cualquiera en el liderazgo. El mismo Hijo de Dios solo podía trabajar con el grupo de talentos disponible.

Eventualmente, a excepción de Judas, los doce se sometieron a una lenta pero firme transformación, proveyendo una clase de respuesta a largo plazo. Juan, un hijo del trueno, se suavizo hasta ser "el apóstol del Amor". Pedro, quien recibió una reprensión de Jesús por reconvenirle sobre la idea del Mesías sufriente, luego urgía a sus seguidores a "seguir sus pasos" sufriendo como lo hizo Cristo.

La segunda "oración no contestada" ocurrió en el jardín del Getsemaní cuando, como Lutero solía decir, "Dios luchó con Dios". Mientras Jesús yacía postrado en el suelo, el sudor cayendo como gotas de sangre, sus oraciones se tornaron en un ruego inusitado. Él "ofreció oraciones y súplicas con fuerte clamor y lágrimas al que podía salvarlo de la muerte", dice la carta a los Hebreos, pero por supuesto que Jesús sabía que no sería librado de la muerte. Mientras aumentaba esa conciencia, Jesús sintió angustia. No tuvo una comunidad de apoyo - se habían quedado dormidos. ¿no pudieron velar conmigo una hora? les reprendió.

Un Cambio dramático toma lugar, sin embargo, entre la escena en el jardín y la que sigue. Los registros del evangelio del Getsemaní muestran a una persona angustiada. Después muestran a uno que, Más que Pilatos, Más que Herodes, actúa en completo control. Al ser juzgado Jesús no es la víctima; está sereno, el maestro de su destino.

¿Qué sucedió en el jardín?¿Qué hizo la diferencia? Tenemos pocos detalles acerca del contenido de las oraciones de Jesús, ya que los testigos potenciales estaban cabeceando. Probablemente habrá revisado su ministerio en la tierra. El peso de todo lo que quedó por hacer probablemente le habría sido una carga: sus discípulos eran inestables, irresponsables; el movimiento parecía en peligro; El pueblo escogido de Dios le había rechazado; el mundo todavía albergaba maldad y mucho sufrimiento.

Jesús mismo parecía al límite de la resistencia humana. Ya no gozaba más la idea del dolor y muerte que tú y yo gozamos. "Todo es posible para ti, rogó Jesús al Padre. Pasa esta copa de mi"

De alguna manera, sin embargo, en el Getsemaní Jesús atravesó aquella crisis al transferir la carga al Padre. Era la voluntad de Dios la que él había venido hacer, después de todo, y su súplica se convirtió en estas palabras: "Más no lo que quiero, sino Tú". No muchas horas después Él pudo clamar, en suma profunda, "Consumado es".

Hebreos misteriosamente concluye que, aunque Jesús no fue salvado de la morir, no obstante "fue escuchado por su reverente sumisión. Aunque era Hijo, mediante el sufrimiento aprendió a obedecer"

¿Cuántas veces he orado por una cosa solo para recibir otra? Yo ruego por el sentido de desapego, de confianza, que veo en el Getsemaní. Dios y sólo Dios está calificado para responder mis oraciones, aun si significa transmutarlas de mi propia voluntad auto protectora a la voluntad perfecta de Dios. Cuando Jesús oró al único que podía salvarlo de la muerte, no obtuvo esa salvación; en lugar de ello obtuvo la salvación del mundo.

La tercera oración no contestada de Jesús aparece en una escena íntima registrada por Juan, La última cena de Jesús con sus discípulos. Jesús expande el alcance de su oración mucho más allá de las paredes de aquel cuarto superior, para abarcar aun aquellos de nosotros que vivimos todavía:

No ruego sólo por éstos. Ruego también por los que han de creer en mí por el mensaje de ellos, para que todos sean uno. Padre, así como tú estás en mí y yo en ti, permite que ellos también estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. No ruego sólo por éstos. Ruego también por los que han de creer en mí por el mensaje de ellos, para que todos sean uno. Padre, así como tú estás en mí y yo en ti, permite que ellos también estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.
La desunión define virtualmente la historia de la iglesia. Toma al azar cualquier año de la historia -escoge hoy- y verás cuan cortos quedamos de cumplir la oración final de Jesús. La iglesia, y el mundo que nos observa, todavía espera una respuesta.






viernes, 6 de junio de 2008

Los Beneficios del Quebrantamiento

Por qué a veces deseo haber sido alcohólico.

Escuchando la retórica de esta temporada de elecciones, uno puede asumir que un nuevo lote de políticos en Washington resolverá los problemas que enfrenta este país, sin mencionar el planeta. Elijan al candidato X, y él o ella hará frente al calentamiento global, resolverá la crisis de salud, eliminará la pobreza, corregirá la economía, y unirá un país dividido.

Para dos problemas, sin embargo, ningún político se atreve a ofrecer una solución: la muerte y la maldad. Endémicos a la condición humana, estos dos nos perseguirán a todos, durante todos los días. sin embargo estos son los problemas que el evangelio promete solucionar - no a través de la política o la ciencia, sino a través de un proyecto de recuperación iniciado en el Gólgota.

Eruditos de la biblia señalan que Romanos 3 es la expresión mas compacta de las buenas nuevas. Antes de revelar la cura a estos dos problemas, Pablo debe detallar la impotencia de la humanidad para encontrar una solución que no sea externa. Al igual que un médico, tiene que crear la impresión en el paciente de la terrible naturaleza de la enfermedad antes de presentar la cura.

Estoy sorprendido por las tres categorías de pecadores para Pablo en Romanos 1 y 2. Comienza la lista con los violadores flagrantes: pervertidos depravados, quienes odian a Dios (aunque, curiosamente, también menciona pecados "diarios" como la ira, envidia, la murmuración y el desobedecer a los padres).

Así como sus buenos ciudadanos lectores asienten conscientemente, engreídos en su superioridad moral hacia tales pecadores, Pablo gira la mesa en el capítulo 2: "Por eso eres inexcusable, hombre, tú que juzgas quienquiera que seas, porque al juzgar a otro, te condenas a ti mismo, pues tú, que juzgas, haces lo mismo.

Yo podría nunca haber robado un banco, pero ¿alguna vez he evadido los impuestos? o ¿he hecho trabajos de restauración en mi casa sin llenar los permisos para construcciones? o ¿he ignorado una necesidad apremiante debido a una fatiga de la compasión? Pablo sigue la lógica de Jesús en el Sermón del Monte: homicidio y adulterio Difieren del odio y la lujuria solamente en aspecto de escala. De hecho, la flagrante persona malvada tiene una ventaja peculiar de su tipo: un giroscopio interno de la consciencia que registra un sentido de estar fuera del camino.
la flagrante persona malvada tiene una ventaja peculiar de su tipo: un giroscopio interno de la consciencia que registra un sentido de estar fuera del camino.

Una vez acepté una conferencia entre Cristianos envueltos en programas de doce pasos como los alcohólicos anónimos. Mientras conversaba con los asistentes y reflexionaba que decir, finalmente decidí en el título irónico, "Por qué desearía haber sido un alcohólico" Se me ocurrió que lo que los alcohólicos en recuperación confiesan cada día - sus fallas personales, y la diaria necesidad de gracia y ayuda de parte de sus amigos y de un Poder Superior - representan vallas altas para aquellos de nosotros que nos enorgullecemos e nuestra independencia y autosuficiencia.

Pablo reserva sus comentarios mas feroces para una tercera categoría, los santurrones quienes en su día comprendían a los Judíos que observaban la ley escrupulosamente. Como Fariseo de Fariseos, conocía el patrón muy bien, como su pronombre lo atestigua. Él se refiere a los pervertidos como "ellos" y a los buenos ciudadanos como "tú". Pero cuando discute la justicia propia, Pablo cambia a primera persona en plural. "¿Que diremos entonces?¿Somos nosotros mejores?¡de ninguna manera!"

En los días de la mayor santurronería, después de todo, Pablo había perseguido a los Cristianos y asistido al apedreamiento de Esteban. Él conocía el peligro que acompaña el sentimiento de la superioridad moral. Así como la negación puede mantener a una persona sin acudir al doctor por causa una lesión o bulto en la piel, poniendo así en peligro su vida, la negación del pecado puede llevar a consecuencias mucho peores. A menos que aceptemos el severo diagnóstico, no buscaremos una cura.

La descripción confesional de Pablo acerca de la santurronería me recordó sobre un peculiar intento del Señor Scott Peck de identificar un nuevo desorden siquiátrico denominado maldad. En su libro People of the Lie [el Pueblo de la Mentira], Peck investigó los tipos de maldad y concluyó, junto con Pablo, que el tipo de maldad más peligroso es el más sutil. Todos nosotros condenamos a los abusadores y a quienes maltratan a los niños - pero, ¿que de los padres manipuladores, controladores que habrán tenido el mismo efecto devastador en sus hijos? Peck consiguió estas sorprendentes características de la maldad: conducta de culpar a otros, intolerancia a la crítica, preocupación exagerada por la imagen pública y una auto-imagen de respetabilidad, e intelectualidad pervertida.

Pablo concluye, "No hay justo, ni aun uno". en quizá el más oscuro pasaje de la Biblia entera, él une la descripción anatómica de las lenguas mentirosas, las gargantas mórbidas, labios venenosos, bocas resentidas, pies violentos, y ojos arrogantes (3:10-18). Todas las cuales establecen la magnifica presentación del evangelio iniciando con Romanos 3:21, la explicación de la justificación por fe que incendió la llama de la Reforma.

La gracia de Dios, la única solución a la muerte y la maldad, viene gratis, aparte de la ley, aparte de cualquier esfuerzo humano hacia la auto superación. Para un regalo gratuito, solamente necesitamos mantener abiertas nuestras manos necesitadas - el gesto más difícil de todos para una persona malvada o santurrona.

Dios como escritor

Nuestro creador ha escogido un medio que es el más exigente de todos

¿Escribir se le hace más fácil mientras más lo realiza? me preguntaba alguien recientemente. Luego de tres décadas de ganarme la vida poniendo palabras en el papel, debo responder que no. Mientras más escribo, más consciente estoy de problemas - clichés, puntos muertos, imágenes débiles, repeticiones. Cada vez que intento alguna otra actividad difícil, como escalar en una montaña tenebrosa, me recuerdo a mi mismo, "Si, ¡pero esto es más fácil que escribir!"

Una vez mientras me refugiaba en mi depresión de escritor, me encontré a mi mismo preguntándome si Dios conocía de alguna manera el proceso por el que yo atravesaba. Dios Habló, por supuesto, pero ¿escribió Él? Revisé la Biblia en busca de ejemplos.

Inmediatamente vienen a mi mente los Diez Mandamientos. El libro de Éxodo reporta que Dios le dio a Moisés dos "tablas de piedra escritas por el dedo mismo de Dios", enfatizando que "Tanto las tablas como la escritura grabada en ellas eran obra de Dios" (Ex. 31:18; 32:16). Los eruditos señalan que las tablas establecieron un acuerdo, o un pacto, entre Dios y los israelitas, similar a los tratos entre otros gobernantes que exponen los aspectos que cada parte podría esperar legítimamente del otro. A diferencia de sus vecinos, los israelitas no necesitaban temer a los caprichos arbitrarios de los dioses; Su Dios había firmado un franco acuerdo con ellos.

Si embargo, para el momento en que Moisés descendió del Monte Sinaí, los israelitas ya habían roto los primeros dos mandamientos. Airado, Moisés volvió trizas las tablas - lo que llevó a la primera re-escritura divina.

La siguiente escena de escritura sobrenatural ocurrió en la nación de Babilonia (Iraq hoy en día), Cuando el rey Belsasar profanó las copas de oro del templo de Jerusalén sirviendo vino para su gran banquete. De pronto, los dedos de una mano aparecieron y escribieron cuatro palabras en la pared de yeso. "el rey miró la mano mientras escribía. Su cara se tornó pálida y se asustó tanto que sus rodillas daban una contra la otra" (Da 5:5-6) Belsasar tenía razones para temblar: esa noche el gran imperio Babilónico cayó en manos de los Persas (Irán hoy en día).

Ambas escenas muestran el papel de Dios como rey soberano de la historia y juez de las naciones. Ya sea los refugiados en el desierto del Sinaí o los gobernantes de un palacio, todos los seres humanos rinden cuenta a una autoridad superior. No podemos sencillamente crear nuestras propias leyes.

Los evangelios registran una sola ocurrencia de Jesús escribiendo, y aún este pasaje no se encuentra en los manuscritos más antiguos (Juan 8:1-11). Las autoridades religiosas habían sorprendido a una mujer en el acto de adulterio y la arrastraron hasta Jesús como una trampa de doble filo. Habiendo roto uno de los diez mandamientos, merecía la muerte de acuerdo con la Ley Mosaica. Por otro lado, los romanos le prohibieron a los judíos ejercer la pena capital. ¿Qué diría Jesús?

No dijo nada, pero en vez de eso se inclino y escribió en la tierra. Como escritor, encuentro humilde que la única vez que observamos a Jesús escribiendo, utiliza como medio la arena para que pronto las palabras fueran llevadas por el viento o lavadas por la lluvia. Más aún, El autor no se molesta en decirnos lo que Jesús escribió.

Cuando Jesús finalmente habló, dijo "el que esté libre de pecados, que arroje la primera piedra". La trampa surgió, pero de vuelta a sus acusadores. Luego la única persona presente sin pecados, quien claramente tenía el derecho de ejecutar el juicio, declinó. El reino de la gracia estaba en curso.

En otro lugar, Jesús resumió los diez mandamientos como "Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente" y "ama a tu prójimo como a ti mismo". Toda la Ley y los profetas dependen de estos dos mandamientos"(Mateo 22:37-40). Tomando prestada una imagen de los profetas, el apóstol Pablo habló luego de las leyes siendo escritas en el corazón. él dijo de los Corintios (si, los lujuriosos Corintios), "Es evidente que ustedes son una carta de Cristo, expedida por nosotros, escrita no con tinta sino con el Espíritu del Dios viviente; no en tablas de piedra sino en tablas de carne, en los corazones"(2ª Co 3:3).

Encontré un puñado de escenas describiendo a Dios como escritor. Cuando se toman juntas, ellas proveen una progresión hacia la gracia, y, significativamente, convoca a todos los miembros de la Trinidad. Tres medios - tablas de piedras, paredes de yeso, y la arena en el patio del templo- no sobrevivieron a los estragos de la historia. En vez de eso, la literatura de Dios es transferida de generación en generación por las vidas transformadas. "Porque somos hechura de Dios" les dijo Pablo a los Efesios (2:10) usando la palabra griega poiema, de la cual obtenemos "poema".

Luego de estudiar las escenas de Dios como escritor, Ya no me siento tan cargado. Componer palabras en un papel es una cosa; crear sagradas obras de arte a partir de seres humanos es realmente otra.