miércoles, 10 de diciembre de 2008

Escapando de las balas

Una gira de conferencias en India dio lugar a unas cuantas llamadas cercanas

Mientras mi esposa y yo estábamos partiendo de la India la semana pasada, un tiroteo se desató en el aeropuerto de Nueva Delhi. por suerte, para esa hora, ya estábamos a 40.000 pies de altura.

Janet y yo estábamos en una gira de conferencias en la India cuando los ataques terroristas se iniciaron en Mumbai donde la vida se detuvo virtualmente, así como lo hizo en Estados Unidos luego del 11 de septiembre del 2001. La mayor parte de los ataques tuvieron lugar repentinamente y finalizaron de igual forma en India; este último en Mumbai duró unas 60 horas.

Todas las otras noches, nos hospedamos en un hotel para turistas, el tipo de hotel que buscan los terroristas en Mumbai (anteriormente Bombay). Pero cuando llegamos a Mumbai, nos hospedamos con un doctor de la localidad que dirige un gran hospital para los pobres y un hospital para los enfermos de SIDA.

Todos los días, los periódicos de la India contaban las historias del drama que estaba sucediendo. Una conocida periodista envió por mensaje de texto un artículo de media página relacionado con ser tomada como rehén un su cuarto de hotel, describiendo los disparos  y las explosiones de granadas de las batallas que se efectuaban en el pasillo del hotel, y el humo entrando bajo las puertas. su último mensaje fue “el terrorista está en el baño, yo estoy bajo la cama…” los comandos encontraron allí su cuerpo horas después.

Una pareja Musulmán escuchó un ruido que sonaba como petardos. Se asomaron por la ventana hacia un café popular y fueron asesinados por una lluvia de balas mientras su joven hijo observaba.

Los rumores se propagaban como la mala hierba con los resultados de cuerpos flotando en la piscina del hotel, y los explosivos usados para destruir edificios enteros.

Al igual que el 11 de septiembre, surgieron a la superficie historias de suerte y heroísmo. El administrador del Hotel y Palacio Taj Majal estuvo ayudando a esconder a los huéspedes en un armario de comida localizado en el sótano aun cuando su esposa y dos hijos murieron quemados en su suite ejecutiva varios pisos más arriba. Las niñera india que cuidaba el hijo de dos años de un Rabino lo sacó de contrabando de un centro judío, salvándolo de la tortura y la muerte que esperaba a sus padres. (Israel la nombró una “Gentil Justa” y le ofreció su ciudadanía).

En lo que respecta al hotel Taj, un Indio me contó, “no puede imaginar lo que significa el Hotel Palacio Taj Majal para la gente de la India. Es una gran fuente de orgullo nacional, un ícono, como la Estatua de la Libertad lo es para usted”. Sin duda ha visto fotos del magnifico edificio, construido en 1903 por un Indio rico al que le habían rehusado la entrada a un hotel “solo para blancos”.

Teníamos programado tener una reunión esa noche en un auditorio no muy lejos de la acción, pero fue cancelada, por supuesto. Me sentí mal por los organizadores que habían trabajado por meses planificando el programa, diseñando los banners, y ordenando libros. En lugar de eso, tuvimos una reunión improvisada en Thane, una ciudad a unas 20 millas de distancia. Con la noticia a unas pocas horas, más de 200 personas asistieron.

Inicié contándoles lo sucedido en la sala de emergencias el día que me rompí el cuello en un accidente automovilístico. El doctor me tocaba la espalda con una pinza aquí y allá, preguntando: “¿esto duele?”, cada vez que respondía: “¡si!” y el sonreía y respondía “¡bien!” un cuerpo solo está sano cuando siente dolor en todas sus partes. El montón de Emails que recibí durante ese día en Nueva Delhi demostraba que la gente alrededor del mundo estaba preocupada profundamente por lo que estaba transpirando en la India, compartiendo en su dolor.

Alguien que visita por primera vez la India usualmente se asombra por el caos aparente de millones de personas, muchas de las cuales viven una pobreza inimaginable en el Occidente. Sin embargo bajo la superficie, encuentras muchos signos de compasión, y regresa asombrado por la resistencia de la India, su amabilidad y su hospitalidad sin límites.

Durante nuestro viaje, visitamos un destacado hospital fundado por Stephen Alfred, un doctor Indio que renunció a su practica lucrativa en Inglaterra para regresar a servir a la gente pobre que no tiene acceso a cuidados médicos. El viejo hospital de 80 camas será usado para la rama del VIH/Sida, y ahora funciona como una pequeña clínica.

En nuestro último día, en Nueva Delhi, conocimos gente notable trabajando entre los 500 millones de miembros de “otras castas atrasadas”. Sunil Sardar, quien vivió en USA y se casó con una mujer americana, lanza esta iniciativa con una organización conocida como “los buscadores de la verdad”. Él provee un hogar y un centro para varios líderes de castas de todas los tipos de fe. Compartimos un almuerzo con el líder de la casta de los pastores, líder de 60 millones, así como con la cabeza de la unión de 2 millones de granjeros, un autor de renombre, y otros líderes en la lucha. Un estudioso nos dijo “ustedes los americanos están celebrando la elección de un hombre negro luego de 250 años de esclavitud. Nosotros todavía esperamos la liberación luego de 4000 años de vivir bajo las castas”.

Uno escucha sobre “la nueva India”, y de hecho, India ha cambiado mucho en las dos décadas desde la última vez que la visité. Pero en la India, nada desaparece, las capas simplemente se acumulan. Los cables Eléctricos cruzan las grandes ciudades, y los monos las usan ahora como carreteras. Automóviles exóticos llenan las autopistas, pero también tienen que compartirlas con animales como elefantes y camellos ocasionalmente. Cada conquistador ha dejado una marca: los Arios trajeron el sistema de castas hindúes, los Mogoles trajeron el Islamismo (India tiene la segunda población Musulmana en el mundo, después de Indonesia); y los sirios, portugueses y los británicos introdujeron el Cristianismo. También existen millones de budistas, Sikhs, y Janos (quienes cubren sus bocas con ropas para evitar mata inadvertidamente cualquier cosa viviente, incluso insectos)

Las estadísticas en la India asombran la mente. Existen 160 millones de Dalits, al final de la escalera de castas. Aunque hindúes nominalmente, ni siquiera se les permite la entrada en los templos hindúes, y en años recientes se han vuelto al Islamismo, Budismo y Cristianismo. Justo por encima de ellos están otras castas atrasadas, que componen más de la mitad de la población de la India: 500 millones de personas. Algunos de los activistas procedentes de estas castas miran el hinduismo como una estructura social opresiva, diseñada para mantenerlos “en su lugar”. Y, por supuesto, cualquier signo de agitación levanta un arrebato de los hindúes fundamentalistas que quieren mantener las cosas tal y como están. Esto explica parcialmente el reciente estallido de violencia en Orissa en el noreste de la India, donde en agosto solamente, 50.000 cristianos fueron perseguidos hasta sus casas y docenas de ellos asesinados.

Todo el mundo habla de “la nueva India”, y, por supuesto, cuando pides ayuda con tu computador o software, muchas veces terminas hablando con algún muchacho genio de Bangalore o Hyderabad. Al apartarse de las ciudades, sin embargo, surge de nuevo la vieja India. Mujeres caminado a lo largo de la carretera con montones de paja, cubos de agua, ollas y sartenes balanceándose precariamente sobre sus cabezas. Búfalos tirando del arado para surcar la tierra. Hombres corren sistemas de irrigación manteniéndose todo el día depositando agua de un canal a otro. Mujeres ancianas inclinadas barriendo las calles con escobas de paja sin asas hechas a mano. Más indios tienen teléfonos celulares, nos contaron, que los que tienen acceso a agua limpia. En el centro de la ciudad, me contó un indio, “no hay habitaciones ni para morirse”.

En Hyderabad, pasamos el día observando el trabajo hecho por nuestros anfitriones aquí, Libros OM. Además de publicar, ellos mantienen muchos programas de acción social, incluyendo 80 escuelas para Dalits, conocidos anteriormente como los intocables. Estos niños son la primera generación de Dalits que obtienen  educación en 4.000 años; más aún, la están obteniendo en inglés, asegurándoles un empleo decente. Ellos regresan a sus hogares orgullosos, elevando el espíritu de toda la comunidad.

También visitamos una fabrica de ropa que realiza trajes de alta costura para tiendas outlets en Colorado organizado por un amigo. Conocimos a 6 hermosas mujeres Dalits cortando patrones y cosiendo chaquetas de seda a mano, averiguando un poco la trágica vida que tuvieron. Nuestro guía nos complementó la información: una fue violada tres veces antes de llegar a los 14 años, otra fue botada de su casa cuando dio a luz una bebé.

Debo admitir, que parece surrealista manejar desde el aeropuerto hasta aquí y ver todos los autos procediendo de manera ordenada en sus respectivos carriles, sin vacas, cabras, o búfalos entre el tráfico. El aire es tan limpio. Y la atmosfera es tan tranquila: muchos camiones en la India tienen un aviso, “está bien, toca la bocina, por favor”, pintado en la parte trasera, la única norma de tráfico que todos los conductores en la India obedecen sin falta.

Ah, la India. Sufriente, mágica, desconcertante, misteriosa, caótica – cualquier adjetivo que se le pueda ocurrir aplica.

viernes, 5 de diciembre de 2008

La ineficiencia santa de Henri Nouwen


Difícilmente puedo imaginar un mejor simbolo de la encarnación.
Por Philip Yancey

Una vez cuando estaba cenando con un grupo de escritores, la conversación giró en torno a las cartas que obtenemos de nuestros lectores. Richard Foster y Eugene Peterson mencionaron a un joven intenso que estaba buscando dirección espiritual de parte de ellos. Ellos respondieron lo mejor que pudieron, respondiendo preguntas por correo y recomendando libros sobre espiritualidad. Foster se acababa de dar cuenta que el lector había contactado también a Henri Nouwen. “no creerás lo que hizo Nouwen”, me dijo. “él invitó a este extraño a vivir con él por un mes para así mentorearlo en persona”.
La mayoría de los escritores protegen celosamente su privacidad y su agenda de actividades. Nouwen, quién murió de un ataque al corazón el septiembre pasado, rompió tales barreras de profesionalismo. Su vida entera, de hecho, mostró una “ineficiencia santa”.
Graduado en Holanda como psicólogo y teólogo, Nouwen pasó sus años tempranos alcanzando logros. Enseñó en Notre Dame, Yale y Harvard, con un promedio de un libro por año, y viajó extensamente como conferenciante. Tenía un resumen curricular para morirse – ese era el problema, exactamente. La agenda que lo presionaba y la competencia implacable estaban sofocando su propia vida espiritual.
Nouwen fue a Suramérica por seis meses, explorando un nuevo papel para si mismo como misionario en el Tercer Mundo. Una agitada agenda de conferencias a su llegada a los Estados Unidos solo hizo las cosas peor. Finalmente, Nouwen cayó en los brazos de la comunidad L’Arche en Francia, un hogar para los que están seriamente discapacitados. Se sintió tan nutrido por ellos que estuvo de acuerdo volverse sacerdote en la residencia de un hogar similar en Toronto llamado Amanecer. Allí, Nouwen pasó sus últimos 10 años, aún escribiendo y viajando para dar charlas aquí y allá, pero siempre retornando al paraíso de Amanecer.
Una vez visité a Nouwen, compartiendo el almuerzo con él en su pequeña habitación. Tenía una cama individual, una biblioteca y unas pocas piezas de mueblería al estilo de Shaker. Las paredes estaban sin adornos excepto por una copia de una pintura de Van Gogh y unos pocos símbolos religiosos. Alguien del personal de Amanecer nos sirvió un plato de ensalada Cesar y una rebanada de pan. Sin fax, ni computadora, ni un calendario de actividades en la pared de su cuarto, al menos, Nouwen encontró serenidad. La “industria” de la iglesia se veía bien lejos.
Luego del almuerzo celebramos una eucaristía especial para Adam, el joven al que Nouwen buscaba. Con solemnidad, pero también con un brillo en su ojo, Nouwen dirigió la liturgia en honor al cumpleaños 26 de Adam. Incapaz de hablar, o vestirse a sí mismo, profundamente retardado, Adam no mostró signos de comprensión. Parecía reconocer, al menos, que su familia había llegado. Él gemía durante la ceremonia y gruñó fuertemente algunas veces.
Luego Nouwen me contó que le tomó cerca de dos horas preparar a Adam cada día. Bañarlo y afeitarlo, cepillando sus dientes, peinando su cabello, guiando sus manos mientras trataba de desayunar – estos actos simples y repetitivos se habían vuelto para él casi en una hora de meditación.
Debo admitir que tuve una duda fugaz acerca si este podría ser el mejor uso del tiempo de un sacerdote ocupado. ¿No podría otro hacerse cargo de las actividades manuales? Cuando le abordé  con cautela el tema al mismo Nouwen, me informó que lo había malinterpretado completamente. “no estoy renunciando a nada”, insistió. “soy yo, no Adam, quien recibe el beneficio principal de nuestra amistad”.
Todo el día estuve dándole vueltas a esta pregunta, trayendo al caso varias maneras en que él se podría beneficiar de esta relación con Adam. Ha sido difícil para él al principio, me dijo. El contacto físico, afecto y el desorden al cuidar a una persona que con falta de coordinación no le se le hizo muy fácil. Pero aprendió a amar a Adam, amarlo verdaderamente. En el proceso aprendió que debe ser igual para Dios amarnos a nosotros – personas espiritualmente no coordinadas, retardadas, capaces de responder con lo que debiera parecer para Dios gruñidos y gemidos desarticulados. De hecho, trabajando con Adam le había enseñado a él la humildad y la “sensación de vacío” lograda por ciertos monjes solo luego de mucha disciplina.
Nouwen ha dicho que toda su vida dos voces competían dentro de él. Una lo animaba a tener éxito y ser triunfador, mientras que la otra lo llamaba sencillamente a descansar en la comodidad de ser “el amado” de Dios. Solo en la última década de su vida escuchó verdaderamente a esa segunda voz.
Finalmente Nouwen concluyó que “el objetivo de la educación y la formación para el ministerio es reconocer la voz del Señor continuamente, su rostro, y su toque en cada persona que conocemos”. Leyendo esa descripción en su libro ¡gracias!, entiendo por qué no pensaba que era una pérdida de tiempo invitar a un extraño a vivir con él por un mes, o dedicar dos horas diarias al cuidado de Adam.
Voy a extrañar a Henri Nouwen. Para algunos, su legado consiste en sus muchos libros, para otros su rol como puente entre católicos y protestantes, para otros su carrera distinguida en la liga de universidades Ivy. Para mí, sin embargo, una sola imagen lo captura mejor: el sacerdote enérgico, con su cabello desordenado, usando sus manos incansables tanto para una homilía de la nada, celebrar una elocuente eucaristía de cumpleaños para un niño-hombre inerte tan dañado que muchos padres lo habrían abortado. Difícilmente puedo imaginar un mejor símbolo de la encarnación.


© Christianity Today, 9 de Diciembre, 1996. Usado con permiso. Los Temas de la Vida Cristiana, Vol. 40, No. 14, página 80. Todos los derechos reservados.

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