martes, 17 de junio de 2008

Encarnación en camino

Habría venido la navidad incluso si no fuesemos pecado?

Mas de dos siglos antes de la Reforma, un debate teológico surgió que enfrentó al teológo Tomás de Aquino contra un presuntuoso de Gran Bretaña, John Duns Scotus. En esencia, el debate giró alrededor de la pregunta, “¿Habría ocurrido la navidad incluso si la humanidad no fuese pecado?

Mientras que Aquino veía la encarnación como el remedio de Dios para un planeta caído, su contemporaneo vió mucho más en juego. Para Duns Scotus, la Palabra hecha carne descrita en el prologo del evangelio de Juan seguramente debe representar el diseño primario del Creador, no alguna clase de ocurrencia de último momento o Plan B. Aquino señaló los pasajes enfatizando la Cruz como la respuesta redentora de Dios a una relación rota. Duns Scotus citó pasajes de Efesios y Colosenses del Cristo Cósmico, en quien todas las cosas tienen su origen, se mantienen, y se avanzan hacia su consumación.

¿Visitó jesús este planeta solo para acomodar una falla humana o como el punto central de toda la creación? Duns Scotus y su escuela sugirieron que la encarnación era el motivo subyacente de la creación, y no simplemente una correción a esta. Tal vez Dios creó este universo para el propósito único de compartir vida y amor, con la intención perenne de unir todo a su propia esencia. “la eternidad está enamorada de la invención del tiempo”, escribió el poeta William Blake.

Ultimamente la iglesia decidió que ambos acercamientos tenían respaldo bíblico y podían ser aceptados como ortodoxos. Aunque la mayoría de los teólogos tendían a seguir a Aquino, en los años recientes Católicos prominentes como Karl Rahner han tomado una mirada mas profunda a Duns Scotus. Quizá debieran hacerlo los evangélicos, también.

La tradición evangélica enfatiza la expiacióin y la vida de Cristo dentro de nosotros. Urgimos a los niños a “aceptar a Jesús en tu corazón”, para un niño una imagen tanto reconfortante como confusa. Muchos piestistas hablan de la “vida transformada” en la cual Cristo vive en y a través del creyente. Sin embargo, mucho más a menudo – 164 veces en las cartas de Pablo, de acuerdo con un autor – el nuevo testamento usa la imagen de nosotros estando “en Cristo”. En una época donde las teorias de la expiación parecen incomprensibles para los modernos y cuando la subcultura cristiana facilmente se reduce a una posición defensiva, podemos aprender de la perspectiva de la creación centrada en Cristo una vez expuesta por un teólogo oscuro de la Alta Edad Media.

Cuando Maria dio a luz a un niño en Belén, ella participó en un acto de creación divina que continua hasta hoy. La frase de Pablo “en Cristo” nos señala una realidad viva en su metafora del cuerpo de Cristo: la iglesia extiende la encarnación a través del tiempo.

La frase de Pablo “en Cristo” nos señala una realidad viva en su metafora del cuerpo de Cristo: la iglesia extiende la encarnación a través del tiempo.

En un hermoso semón a sus estudiantes de Oxford, Austin Farrer hizo una pregunta natural que surge cuando aplicamos la elevada metáfora de Pablo a la vida de la iglesia: “¿Qué debemos hacer con el enorme abismo que existe entre nuestro cristianismo y nuestros actos verdaderos; nuestra pereza, egoismo, inmundicia, trivialidad, y el doloroso absurdo de nuestras oraciones? ¿Este abismo que se abre entre lo que Cristo nos ha hecho y lo que hacemos de nosotros mismos?”

Hacemos, dijo Farrer, las mismas cosas que los discipulos de Jesús hicieron: en el primer día de la semana, nos reunimos para “unir todo el cuerpo de Cristo aquí, sin faltar un miembro, cuando el sol se ha levantado; y la resurreción tiene lugar otra vez más.” Nos recordamos a nosotros mismos, tomando prestadas las palabras de Pablo, que no hay condenación para los que están en Cristo Jesús, que estamos muertos al pecado pero vivos en Cristo Jesús, que si alguno está en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, ¡he aquí todas son hechas nuevas! (Ro 8:1, 6:11, 2º Co 5:17) en Resumen, estamos frente a la sorprendente verdad que Dios nos mira a través del lente redentor de su Hijo.

Luego, seguros de esa identidad, avanzamos para recuperar el mundo de Dios. Duns Scotus llamó a esta perspectiva “la Doctrina de la Primacia Absoluta de Cristo en el Universo”. Aquellos que tienen su identidad en Cristo tienen una misión santa de reclamar el territorio que ha sido descompuesto. Los cristianos ministran a los pobres y a los que sufren no por motivos humanitarios, sino porque ellos también reflejan la imagen de Dios; insisten en la justicia porque Dios insiste en ella, y honran la naturaleza porque esta es una muestra de la obra de arte de Dios, el trasfondo de la encarnación.

No hace mucho en una conversación con Makoto Fujimura, un estimado artista que fundó el movimiento internacionales de las artes para alentar a los cristianos a buscar inspiración artística en su fe. “muchos artistas contemporaneos miran a su ves a otras religiones, como el budismo” me dice. “Les Recuerdo que Dios está creando desde el libro de Génesis hasta el Apocalípsis, en el cual Dios promete hacer nuevas todas las cosas”.

Entre las palabras finales de Jesús, en apocalipsis, están estas: “yo soy el alfa y la omega, el el primero y el ultimo, el principio y el fin”. John Duns Scotus debe estar sonriendo.

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